Compartir el post "Cómo Álvaro y Celia convirtieron un velero en su hogar y recorren el mundo como Nómadas del Mar"
Vivir viajando por el mundo es el sueño de muchos, pero pocos se atreven a dar el paso. Álvaro y Celia, junto con su velero Nómadas del Mar (@nomadasdelmar), lo hicieron realidad. Dejaron atrás su vida convencional para embarcarse en una aventura sin fecha de regreso a bordo de su velero.
En esta entrevista, nos cuentan cómo comenzó su viaje, los retos de la vida en el mar y sus planes para seguir explorando el mundo.
¿Quiénes están detrás del velero Nómadas del Mar?
Somos Álvaro y Celia, tenemos 29 y 28 años, respectivamente, y hemos dejado atrás nuestra vida para lanzarnos a la aventura de vivir en un velero. Nos apasiona el mar, viajar y disfrutar de las cosas simples. Buscamos enseñar que es posible un estilo de vida alternativo.
Tenemos un canal de Youtube e Instagram para quien nos quiera seguirnos; los empezamos como una especie de diario con el que recordar nuestro viaje.
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¿Cómo eran vuestros días antes de partir hacia esta nueva aventura alrededor del mundo y como es ahora?
Antes llevábamos una vida convencional, en la ciudad. Trabajábamos entre semana, quedábamos con nuestros amigos y hacíamos planes los fines de semana… En fin, ¡lo normal!
Los dos trabajábamos en banca, tras habernos formado en Economía y Finanzas (Álvaro) y Economía y Relaciones Internacionales (Celia). Sin embargo, sentíamos que nos faltaba conexión con la naturaleza y libertad en nuestro día a día, así que apostamos por un cambio de vida.
Ahora, somos emprendedores y gestionamos nuestros proyectos mientras navegamos. Trabajamos y ahorramos para poder viajar y explorar nuevos destinos después.
Ahora mismo estamos en San Blas, y nuestra vida es bastante tranquila cuando no recibimos a gente a bordo: aprovechamos mucho el sol, nos despertamos bastante temprano y nos vamos pronto a dormir.
Siempre tenemos algún trabajo que hacer en el barco, tareas de mantenimiento, hacemos snorkel, hacemos yoga, quedamos con amigos de otros veleros para hacer una barbacoa en la isla…
¿Qué es lo mejor de vivir en un barco?
La libertad de moverte por el mundo a tu propio ritmo, despertarte cada día en un lugar diferente y en la naturaleza. Vivir en un barco nos conecta con el entorno que nos rodea y nos ha enseñado a valorar lo esencial y a disfrutar de una vida sencilla.
Nos ha enseñado que no necesitamos muchas cosas. Es una experiencia que nos permite estar presentes y vivir de forma más consciente.
¿Cuál es vuestra ruta en este viaje y cuál es el destino que más ganas tenéis de ver en esta aventura?
Comenzamos en Valencia, donde pasamos dos años navegando por el Mediterráneo y recibimos a gente en Baleares antes de poner rumbo al Atlántico. Visitamos Madeira, hicimos una parada en Canarias para preparar el cruce, y realizamos una breve escala en Cabo Verde antes de cruzar el oceano Atlántico.
Tras 16 días de travesía, llegamos a Barbados, desde donde recorrimos las Antillas de sur a norte. Después, cruzamos el Caribe hasta Panamá, donde hemos estado durante dos años y medio.
Ahora nos preparamos para un nuevo capítulo: el próximo mes cruzaremos el Canal de Panamá para entrar en el Pacífico. Durante este primer año en la zona, navegaremos hacia el norte por toda la costa de Centroamérica, visitando países como Costa Rica, Nicaragua y México, hasta llegar al Mar de Cortés, un lugar espectacular conocido como el «acuario del mundo».
En el segundo año, 2026, nos lanzaremos a cruzar el Pacífico rumbo a las islas más remotas del mundo: la Polinesia, Fiji, Tonga, y finalmente Nueva Zelanda. Nuestro plan es pasar entre 3 y 4 años explorando cada rincón del Pacífico.
¿Cómo os organizáis para repartir las tareas del día en el velero?
Somos bastante flexibles en la organización y nos adaptamos a lo que toca cada día, aprovechando lo que se nos da mejor a cada uno. Repartimos las tareas de navegación, el mantenimiento del barco y el día a día: cocinar, limpiar, avanzar con nuestros proyectos online… Cuando navegamos, especialmente en trayectos largos, hacemos turnos para que siempre haya alguien descansado y atento.
Durante los dos últimos dos años hemos estado bastante ocupados con el charter en San Blas, lo que nos ha supuesto muchas horas de trabajo y menos tiempo libre. Pero ha merecido la pena porque nos ha ayudado a ahorrar y a prepararnos para dar el gran salto al Pacífico.
Aunque hay días intensos, siempre tratamos de encontrar ratos para disfrutar, explorar y seguir conectados con lo que más nos gusta del mar y la vida a bordo.
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Si solo pudierais coger un objeto para vivir en el “Nómadas del Mar”, ¿con cuál os quedaríais?
Si hablamos de algo que nos ayude con la navegación, nuestra nueva adquisición: el piloto de viento Hydrovane, es la mejor opción. Es el mejor tripulante que podríamos tener durante las travesías.
Lo puedes tener las 24 horas y no consume energía ni se queja nunca. Y lo más importante, siempre nos lleva por el camino correcto. Es un backup, ya que añade otro piloto automático y otro timón, Nos da una tranquilidad inmensa para cruzar y estar por el Pacífico.
Si se tratara de algo que utilizamos todos los días, Starlink, el internet satelital, ha cambiado por completo la forma en la que nos mantenemos conectados, y nos permite trabajar desde cualquier lugar.
Otro invento magnífico, esta vez para la cocina, es la picadora manual; ¡tenéis que probarla! Este sería nuestro top 3.
Habéis hecho el cruce por el Atlántico, ¿cuánto tiempo os ha llevado y qué trucos o rutinas os han ayudado a mantener un equilibrio emocional en alta mar?
Cruzar el Atlántico nos llevó unos 16 días, y fue una experiencia increíble de principio a fin. Lo que más nos quedó grabado fue la sensación de libertad absoluta y desconexión total que solo se vive en alta mar.
Es algo único: sentirte tan pequeño frente a la inmensidad del océano, pero al mismo tiempo, profundamente conectado contigo mismo. Es como si todo se pausara y tuvieras tiempo de sobra para conocerte y reflexionar. Lo recordamos con muchísimo cariño y estamos deseando revivir algo similar cuando crucemos el Pacífico.
Curiosamente, nunca nos aburrimos porque nos organizamos con una rutina que hace que los días fueran muy llevaderos. Empezamos el día con un buen desayuno y, casi siempre, nos animamos a hacer pan. Después, enviamos nuestro email diario a nuestro tripulante de tierra y descargamos el parte meteorológico para ajustar la ruta si fuera necesario.
Dedicamos un rato al mantenimiento del barco y la limpieza, y hacemos algo de ejercicio con una tabla para mantenernos activos. Cuando terminamos las «obligaciones», llega la parte divertida: el aperitivo es un ritual imprescindible.
También leemos mucho, escuchamos música, jugamos al parchís, en el que nos apsotamos las tareas y al caer la tarde, vemos un capítulo de alguna serie.
Viajar durante tanto tiempo debe ser todo un reto, también a nivel económico. ¿Cómo lo habéis gestionado hasta ahora?
Viajar durante tanto tiempo supone, sin duda, un reto económico, pero hemos aprendido a gestionarlo con paciencia y planificación.
Al principio, optamos por una vida más austera, eliminando gastos innecesarios y ajustando nuestro estilo de vida a lo que realmente necesitábamos para el barco y la travesía.
A medida que avanzamos, hemos diversificado nuestras fuentes de ingresos, combinando trabajo remoto con actividades como el alquiler de barcos en San Blas. Así hemos conseguido generar ingresos sin dejar de disfrutar del viaje.
También hemos aprendido a maximizar nuestros recursos, aprovechando al máximo lo que nos ofrece cada destino sin comprometer nuestra calidad de vida.
A nivel personal, hemos tenido que reajustar nuestras expectativas y mantener una mentalidad flexible para adaptarnos a los altibajos de la vida nómada. Aunque hay momentos difíciles, la satisfacción de estar viviendo nuestro sueño y la perspectiva de lo que está por venir hace que todo valga la pena.
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Con la experiencia que lleváis, ¿qué consejo os habríais dado antes de empezar el viaje?
Si tuviéramos que dar un consejo después de todo lo que hemos vivido, sería: «No te apresures, disfruta del proceso». Al principio, estábamos tan centrados en llegar a ciertos destinos y cumplir metas que probablemente hicimos las cosas con demasiada prisa.
Es fácil dejarse llevar por la emoción de lo que está por venir, pero lo más valioso está en el día a día. Aprende a adaptarte, disfruta de los pequeños momentos y estar presente en cada lugar que visitas.
En cuanto a la navegación, el mejor consejo que nos daríamos es no planificar con tiempos ni fechas estrictas. Establecer un calendario te lleva a tomar decisiones para llegar a tiempo, en lugar de esperar la mejor ventana meteorológica, y eso puede causar problemas. El mar siempre te pone en tu sitio.
También nos diríamos que no todo es perfecto: habrá días difíciles, desafíos y muchas cosas que ajustar, pero al final siempre merece la pena. Solemos decir que esto es un 90% de disfrute y un 10% de infierno… y es precisamente ese 10% lo que hace que el otro 90% sea tan especial.
Sabemos que aún os queda mucho por delante, pero, ¿tenéis en mente alguna fecha para el regreso? ¿O alguna idea de lo que os espera tras esta increíble aventura alrededor del globo?
Por el momento, no tenemos una fecha fija para el regreso. Nos gustaría completar la vuelta al mundo, sería un sueño hecho realidad, pero de momento el plan es navegar por el Pacífico durante los próximos 3 a 4 años, no sentimos prisa por regresar, queremos ir con calma.
Si algún día decidimos volver a tierra, la idea es encontrar un lugar cerca del mar, rodeado de naturaleza y tranquilidad, quizás en el campo, con animales y un ritmo de vida más pausado.
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