Compartir el post "Velero Forquilla: Una familia, un velero y un sueño sin fronteras"
Vivir en un velero no es solo una forma de viajar, sino también una manera de entender la vida. Carmen, Ori y su pequeño Leo son el alma de Velero Forquilla, una familia española que decidió cambiar la rutina por la aventura y el mar como su único horizonte.
Desde que zarparon hace más de tres años, han navegado por distintos mares, descubriendo nuevos destinos y aprendiendo a vivir con lo esencial, siempre con el viento a favor.
Pero… tomar la decisión de dejarlo todo y embarcarse en una vida nómada no es fácil. ¿Cómo se toma la decisión de dejarlo todo para vivir así? ¿Cuáles son los mayores retos y las mayores recompensas de criar a un niño en alta mar?
En esta entrevista, Carmen y Ori nos cuentan su historia, lo que han aprendido y lo que realmente significa vivir con el mar como hogar.
¿Quién hay detrás del velero “Forquilla”?
Nosotros somos Carmen, Ori y nuestro pequeño Leo, de casi 3 años, una familia apasionada por la aventura y la vida en el mar. Además de ser navegantes, nos dedicamos a nuestra otra gran pasión: la industria del cine. Carmen desde el equipo de dirección y Ori como operador de cámara.
Siempre nos ha fascinado viajar, descubrir nuevos lugares y conocer otras culturas. Pese a que la navegación a vela llegara a nuestras vidas bastante más tarde, nos encantó la idea. Nos sumergimos en ello por completo.

¿Cómo era vuestro día antes de partir hacia esta nueva aventura alrededor del mundo y, como es ahora?
Nosotros siempre hemos llevado una vida en constante movimiento.
Nuestro trabajo en la industria del cine nos ha llevado de un proyecto a otro. Ya fuera para una película en Madrid y, de seguido, otra en Cádiz o Almería… Siempre con la maleta a cuestas y adaptándonos a rutinas cambiantes.
En ese sentido, nuestra vida actual tampoco es tan diferente, seguimos en continuo movimiento.
La gran diferencia es que antes viajábamos por trabajo y ahora navegamos por placer, aunque nunca hemos perdido la pasión por nuestra profesión.
¿Cuáles han sido los principales retos que habéis vivido hasta ahora?
El principal reto ha sido encontrar el equilibrio entre la vida a bordo y la crianza de un niño pequeño. Leo es pura energía, está activo las 24 horas del día, y eso requiere mucha atención constante por nuestra parte.
Vivir en un espacio reducido como un barco ya es un desafío en sí mismo, incluso sin niños. Si a eso le sumas cuidar, educar y entretener a un niño sin ningún tipo de red de apoyo cercana, el reto se multiplica.

Hay días en los que simplemente nos encantaría poder salir a comer los dos solos, desconectar un par de horas y dejar a Leo con los abuelos, por ejemplo.
Ese tipo de cosas cotidianas que antes parecían simples ahora se vuelven inimaginables. Aun así, no lo cambiaríamos por nada. Criar a nuestro hijo en contacto con el mar es una experiencia llena de naturaleza, calma y aprendizaje. Cada día vivimos momentos únicos.
Claramente nos merece mucho la pena, pero, como todo, tiene su parte buena y mala.
¿Qué es lo mejor de vivir en un barco?
Moverte con libertad y con tu casa, con todo lo que conlleva, a cuestas.
No dependes de hoteles, reservas ni horarios. Tú decides dónde amanecer y qué rincón del mar descubrir al día siguiente.
Además, el mar te da calma, aventura y belleza, todo al mismo tiempo. Y lo mejor: compartimos esto como familia, creciendo juntos en cada nuevo viaje.
¿Cuál es el destino que más ganas tenéis de ver en esta aventura o el que más os ha gustado?
Para Carmen, su destino soñado siempre ha sido Galápagos y, para Ori, la Polinesia Francesa.
Hasta ahora lo más interesante es que nos sorprendemos con lugares y experiencias inesperadas. Los que más nos han impactado son la espectacular isla de Dominica y la República Dominicana nos ha encantado.

¿Cómo os organizáis para repartir las tareas del día en el velero?
Desde que nació Leo, Ori se centra más en las tareas del barco y la navegación. Carmen, por otra parte, se centra principalmente en Leo.
Aunque este es el organigrama básico que seguimos para seguir adelante con el día-día, todo se ha de decir que nos apoyamos con todo.
Si solo pudierais coger un objeto para vivir en el “Forquilla”, ¿con cuál os quedaríais?
Las pinzas de tender la ropa. Suena absurdo pero la cantidad de millones de juegos que nos hemos inventado con las pinzas es incalculable.
Se han convertido en un imprescindible para nosotros como fuente de entretenimiento y por su propia función.
Quién diría que algo tan sencillo que llevar en un barco ayudaría tanto a la crianza y diversión con un niño en una vida nómada.

Habéis hecho el cruce por el Atlántico, ¿cuánto tiempo os ha llevado y qué trucos o rutinas os han ayudado a mantener un “equilibrio” en alta mar?
El Cruce por el Atlántico lo hemos hecho en dos etapas: la primera desde Gran Canaria a Cabo Verde que tardamos una semana. La segunda, de Cabo Verde a la isla de Granada, tardamos 17 días más, es decir 24 días en total.
La verdad que ha sido más placido cruzar el Atlántico que algunas travesías de 10 millas que se nos han girado y nos lo han hecho pasar mal.
Nosotros hicimos el cruce con la ARC+ (Atlantic Rally for Cruisers), con ellos, contamos con el apoyo de la organización.
Además, nos cruzábamos con otros 95 barcos y sus tripulaciones entre los que ya había muchos amigos. El viaje se nos hizo mucho más ameno y, en general, muy positivo. Nos poníamos al día con todos mientras hacíamos el recorrido.
Con la experiencia que lleváis, ¿qué consejo os habríais dado antes de empezar el viaje?
Trabajar mucho la paciencia y abrir la mente a los cambios constantes
Al principio puede ser difícil asumir que no todo sale exactamente como lo planeas, y eso puede generar frustración. Pero con el tiempo se aprende que en esta vida, la flexibilidad y la capacidad de adaptación lo son todo.
Aceptar lo imprevisto como parte del viaje te ayuda a disfrutar más del proceso y a vivir con menos presión.
¿Alguna idea sobre lo que os depara tras esta aventura alrededor del globo?
No tenemos un plan cerrado, pero sí algunas ideas. Seguro que muchas aventuras y experiencias inesperadas nos esperan todavía.
También imaginamos momentos más tranquilos, más tierra firme, reencontrarnos con la familia y pasar tiempo con amigos.
Siempre combinando lo aprendido con nuevas formas de vivir y trabajar en nuestro Velero Forquilla.